sábado, 25 de noviembre de 2017

Sobre el derecho a la intimidad II

Esta mañana, estaba disfrutando con el suplemento "Deporte Base" de Diario de Burgos, cuando he visto algo chirriante: un gran número de las fotos tenían a los menores con sus caras pixeladas.

Le he dado varías vueltas al asunto, con sorpresa e incredulidad, y cuando he llegado a la última página del suplemento, he confirmado mis peores sospechas. Diario de Burgos pixelará todas las fotos de menores de los que carezca de autorización expresa para su difusión pública.

En mi modesta, pero ya dilatada andadura sobre la publicación de imágenes en las que aparecen menores, he recibido dos veladas intimidaciones al respecto. Una me provocó un post, acceder, y en ambas, me armé de toda mi paciencia jesuítica para enviar a mis interlocutores a paseo.

Y ahora, vuelvo a la reflexión. Porque no soy tan tonto como para no darme cuenta de que Diario de Burgos se habrá asesorado con verdaderos expertos en leyes para tomar la medida que ha tomado. Y entonces me pregunto ¿se preserva el derecho a la intimidad de los menores pixelando sus caras cuando participan en competiciones de acceso público? ¿Alguien, en su sano juicio, cree que esas fotos pueden perjudicarles?

Creo, sinceramente, que estamos perdiendo el norte en muchísimos aspectos; que nuestra sociedad se va al carajo sin remedio; y que en el tema de la infancia y la juventud estamos a punto de batir todos los récords de la estupidez.

El padre, madre, tutor, representante legal, o la madre que lo parió, que piense que la imagen de un joven deportista no puede publicarse sin su consentimiento... tiene un serio problema. Por esta senda de imbecilidad, está pronto el día en que necesitaremos de otra autorización para animarle en directo. Estamos confundiendo el culo con las cuatro témporas. Y cuando la Ley ampara y protege la estupidez... algo anda rematadamente mal.

Yo, por mi parte, mantengo mi criterio y seguiré publicando las fotos de menores siempre y cuando considere que la imagen en cuestión no tiene ningún componente ofensivo. Y no me sorprenderé si alguna vez, me vuelvo y veo a un tonto siguiendo la senda, retorno a mi cámara para hacer la foto - pero la curiosidad me obliga a volverme de nuevo- y descubro que se acabo la senda... pero sigue el tonto.

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